El pudor del solitario es el más intenso. La pena ante uno mismo es más punzante que el juicio colectivo de una sociedad estéril. Así, aquel que huye de ella descubre que el peor juez lo trae adentro. El ermitaño buscador carga consigo las mil y una palabras de su tribu, los sueños y los traumas colectivos legados a su ser, por pura inercia. Así sus soledades están pobladas de fantasmas, murmullos y dictados de un pasado cada vez mas imaginario y menos remoto. Su único refugio es el silencio ese silencio por detrás de las palabras y que les da sustancia, forma y aun sustento. Esa es su búsqueda; perder el rostro para recuperar la nada, la nada #CUESTIONAMIENTO 47que da a luz a un nuevo cosmos, la nada que no es hueca, la nada que contiene al todo. | Texto: Pablo Rosenblueth