"Dalineano"
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(óleo sobre masonite) | Colección Privada
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Hay seres que se vuelven paisajes, y hay seres que se vuelven muros. Los muros son paisajes divididos, estructuras que separan la visión del visionario, cegándolas a ambas, congelando el ser. Así, con infinita nostalgia, el ser petrificado se contempla hueco, inerte y anhelante, habiendo perdido la movilidad en aras del control. Un recuerdo, quizás, es lo que queda, un estado sumergido en la memoria. La intensa melancolía que experimenta el prisionero al mirar por la ventana, observando ese mundo de interminables transformaciones del que se ve privado. Tarde es que descubre que las llaves de su celda son sus ojos, esos filtros contundentes que nos guían y forjan realidades a su paso. La gracia del delfín esta en su gozo, en esa imborrable sonrisa que hace del nadar su danza, un místico flotar celebratorio, eterno recordatorio de la gracia. Pero el tiempo llega, y con paciente inevitabilidad disuelve el muro, retornando una vez mas a la verdadera magia que no es mas que la fluidez... del dejar ser. | Texto: Pablo Rosenblueth
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